sábado, 1 de enero de 2011

MAXXI







MAXXI, Zaha Hadid.
Roma, dicembre 2010

La cueva

Sobre el cristal transparente de la taza se reflejaban las luces del año que estaba por terminar. La infusión de manzanilla temblaba con los movimientos del suelo y se hacían ondas que se dibujaban amarillas y concéntricas.

La miraba, pero sobretodo la escuchaba. Le ponía toda mi atención mientras los ruidos del bar desaparecían del espacio que nos separaba.

Tenía la boca rígida, las cejas casi juntas y la mirada baja y evasiva. Era evidente que no estaba bien, aunque hubiese intentado ocultarlo por sobre todas las cosas. Respiraba pausadamente, pero con exalaciones entre cortadas. Estaba tranquila pero sabía que le faltaba aire.

-Me siento en una cueva. O algo que parece una cueva, un lugar donde no hay ni el menor atisbo de luz, y todo es oscuridad.- me decía modulando su voz y pensando cada palabra; pensando escrupulosamente cada palabra.

-Nadie decide si quiere estar o no en ésta cueva. Es algo que pasa como todo lo que tiene que pasar en la vida. ¿Te dije que es muy oscura? No hay ni siquiera una lucesita, un reflejo o un brillo. Sin embargo, lo peor es que pierdes el equilibrio, la consciencia de donde estás y a donde tienes que ir. La consciencia de quien eres.
El piso es de fango. Es muy fácil caer y quedar inmóvil en la trámpa de arena. Se oyen voces y ruidos, vienen de todas partes. Hay que escoger de entre todos ellos, porque son éstas las únicas señales para salir, y para lograrlo, hay que hacerlo solo, sin ayuda de nadie, porque así son las reglas del juego.
La caverna no existe fuera de tí mismo, es una ilusión personal y eres tu el unico capaz de encontrar la salida.
Hay sonidos y voces que te confunden, te empujan y te hacen caer. Si resbalas puedes no volver a levantarte y quedarte siempre en la oscuridad, rodeado de todos esos fantasmas y demonios.
Ahora estoy en esa cueva, y escucho voces que me desconciertan y me empujan. Ayer caí, pero me pude levantar y por eso ahora hablo contigo. Por eso ahora tengo fuerzas (aunque son pocas).
Tu no puedes ayudarme. Eres una voz más, de esas que me dicen el camino; pero soy yo la que tengo que caminar y andar adelante. No te preocupes si no puedes ayudarme más, así es este juego cruel que nadie decide jugar. Estoy donde nunca imaginé, donde no hubiera querido.- Se detuvo derrepente y dando un suspiro que vino del infinito.

Los primeros copos de nieve comenzaron a caer justo al otro lado de la enorme ventana. La gente sonreía y caminaba más aprisa, mientras cerraban sus abrigos y se acomodaban las bufandas.

Estaba inmóvil, su mirada se clavaba en la taza vacia. Disimulaba sonreir, aunque era evidente que apenas podía. Después dijo:
-Es una oscuridad imposible de describir, y enmedio estás solo tú, entre todas esas voces y ruidos- y entonces dejó de sonreir, o de intentar sonreir. Para después mirar los copos que no se detenían y que seguían bailando con la briza del aire del último dia del año.

Roma, Diciembre 2010