lunes, 11 de agosto de 2008

Mare Serenitatis




Torreón es difícilmente amable; hay mil y un motivos para detestar la ciudad.

Lo extraño es que las cosas positivas son tan buenas, que muy pocas pueden pesar más que todo lo malo junto.

El cielo de la noche, despejado como solo aquí: con todas esas estrellas y luces brillando como niñas sobre un columpio.

Y sobre la luna todos esos mares, tan secos como el aire intermedio, y con nombres de país encantado: Mar de la Fertilidad, del Néctar, del Frío, de las Nubes.

Ninguno como el Mar de la Serenidad.

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