sábado, 25 de octubre de 2008

El Maestro y Margarita de Bulgakov

Por dos semanas vacilé qué escribir; avanzaba y retrocedía constantemente, totalmente desconcertado de las palabras que tendría que escribir el cursor que estaba ya desesperado con su prende-y-apaga.

Quizá todavía no lo sepa muy bien; y es que lo que no quiero es dar la crónica, ni hablar de personajes, estructuras y todas esas cosas; abundan ya en la red mejores de las que pudiera escribir.
Pero en el otro sentido necesitaba escribir algo, dejar una opinión o por lo menos decir que leí a Bulgakov, es así como nace este texto amorfo que más bien es como un epitafio de un libro monstruo -y escribo monstruo porque desde hace mucho tiempo que no me entusiasmaba tanto-. Mientras leía la última página me emocioné tanto como cuando terminé Cien años de soledad,
-sin exagerar- los ojos se me movieron de emoción y el corazón me latió muy aprisa.

Voland

De niño temía al diablo; no a las brujas, ni a los payasos, ni a las jeringas, ni siquiera a la oscuridad. Mi temor era a percibir la presencia directa de Satanás, de los infiernos -así como la historia de Fátima- demasiado catolicismo duro desde tan corta edad (Miserere Nobis).
No era el Satanás de cuernos, cola y tridente, sino una presencia, una sombra, una respiración. Presente pero inaudible, invisible; el verdadero y único. Miedo irracional, incomprensible y absolutamente cruel en aquellas pesadillas de mis años ochenta.
Leer esta historia, donde el verdadero y único protagonista es Voland -Воланд- el diablo, me hizo recordar esa tan importante parte de mi vida –porque claro, la vida son también los miedos-. Voland era muy diferente a lo que la versión familiar del catolicismo duro había plasmado en mi conciencia.
Voland para Bulgakov es la sombra que proyectan todos los objetos cuando son iluminados, un extraño engranaje de la máquinaria universal, absolutamente necesario para continuar la vida. Un Yang. Su existencia responde a un plan universal. No es el enemigo, es solo la contraparte de la luz.

El libro

Increíblemente recomendable, la narrativa no es tan ligera, pero esconde maravillas. Hay parodias a la burocracia estalinista de aquellos años, pero sobretodo habla del tema universal que es el hombre mismo. De verdad vale la pena, desde el punto de vista histórico, cultural, moral, filosófico y religioso. No por nada es lo que es.





Behemot, un gato negro que acompaña a Voland en Moscú.

domingo, 19 de octubre de 2008

World Press Photo en el Franz Mayer

Estaba emocionado; pocas veces he visto exposiciones así de fuertes pero al mismo tiempo sencillas de abordar; sin pretensiones o mamonerías. Fotoperiodismo total, simple y demasiado bien hecho; no es la visión del mundo, es el mundo en sí mismo -como un cuento de Borges donde lo que hay detrás es el infinito de las opiniones y cuestionamientos, un punto donde se bifurcan exponencialmente las ideas-.
Lo mejor de la exposición es su variedad; si bien hay temas base como la guerra, el medio ambiente, el deporte, cada obra aborda una realidad distinta.
En la edición de 2005 me impactaron las imágenes de la guerra en Irak y las del atentado en Beslán. De esta edición a quien más recordaré es a Lorena Ros, con su serie fotográfica de “Survivors”, que aborda el tema del Abuso sexual.
Seis fotografías: tres retratos y tres imágenes de lugares vacíos, aparentemente sin interés. A cada retrato le corresponde un lugar, y a cada par una historia.
Tres casos de adultos que vivieron el abuso infantil y hoy cuentan su historia, esperando contribuir a que otros les sigan. Tres retratos seguidos del lugar donde sufrieron la violencia sexual.
Ahí esta Irene, con su pinta andrógina, sonrisa sutil y veintidós años detrás, sentada sobre una cama mientras nos observa atentamente, como platicando su historia; historia que no es denuncia, ni llanto, ni queja, solo recuerdo indeleble, involuntario y sórdido, que ahora comparte. A su lado, la imagen del piso donde sufrió desde pequeña los abusos de su padre y solo hasta mucho después, se animó a denunciar. Apartamento tan normal, tan clasemediero, tan barcelonés, tan universal.
Y ahí están uno con el otro: víctima inocente y lugar del delito; la suma de ambos resulta un punto donde vienen ideas, pensamientos y dudas. Un hipnotizador que provoca un trance breve pero intenso. Un cuerpo que no tiene conciencia –está en Barcelona, platicando con Irene-.
Extraña experiencia catárquica - tal vez morbosa- pero real e infinitamente profunda y enriquecedora; no podía empeorar, al salir disfruté del día, de un expresso con grano chiapaneco, y del atrio más bonito que mis ojos han visto, todo en el Franz Mayer.



Aquí las fotos, derechos y felicitaciones a Lorena Ros: www.lorenaros.com
Aparece Irene y el departamento donde comenzó, desde niña, a ser víctima del abuso sexual.






jueves, 2 de octubre de 2008

2 de Octubre


INTERMITENCIAS DEL OESTE (3)

(México: Olimpiada de 1968)



LA LIMPIDEZ
(Quizá valga la pena
Escribirlo sobre la limpieza
De esta hoja)
No es límpida:
Es una rabia
(amarilla y negra
Acumulación de bilis en español)
Extendida sobre la página.

¿Por qué?
La vergüenza es ira
Vuelta contra uno mismo:
Si
Una nación entera se avergüenza
Es león que se agazapa
Para saltar.

(Los empleados
Municipales lavan la sangre
En la Plaza de los Sacrificios.)
Mira ahora,
Manchada
Antes dehaber dicho algo
Que valga la pena,
la limpidez.

Octavio Paz