martes, 30 de septiembre de 2008

Reseña, Santa María del Circo



Hace tiempo, una amiga francesa expresaba su sorpresa – más bien hartazgo- por el interminable realismo mágico latinoamericano, aparentemente presente todavía en la literatura de nuestros días. Lo que sorprende, más allá de la capacidad parisina de quejarse por todo, siempre y constantemente –siguió con el clima, el transporte público y las infinitas razones que una ciudad infinita como el DF es capaz de provocar-, es que ciertamente el realismo mágico sigue presente, y se ha venido transformando conforme las nuevas épocas.

Hacía tiempo también que no leía a ningún autor nacional, Volpi fue el último y justamente por el enorme contraste que existe con David Toscana es que menciono al realismo mágico. Si Volpi es lo nuevo, lo más acépticamente latinoamericano, lo racional, la estructura perfecta y narrativa clara y mesurada, Toscana es en muchos sentidos el opuesto.
Prueba fehaciente de la longevidad y peso del detestado –por lo menos por mi amiga parisina- realismo mágico.


Santa María del Circo

La trama se desenvuelve en algún lugar del altiplano central mexicano, que puede ser cualquier punto en miles de kilómetros, desde Zacatecas hasta Chihuahua; desértico entre cerros desolados donde abundan los zopilotes y los nopales. Un lugar que puede ser cualquier lugar, un punto que pudiera ser cualquier parte de este país.
La trama empieza justo después de dos sucesos trascendentales; la incorporación de Natanael, un enano que pretendía trabajar en el circo, y justamente, la división del mismo entre los dos hermanos propietarios quienes se dividen bestias, payasos, fenómenos y hasta las butacas por lo que aparenta ser una discusión surgida por (las nalgas de) Narcisa. A partir de este punto, el autor recrea la búsqueda del nuevo futuro para ocho artistas de circo, por primera vez fuera de la carpa.
Lo antinatural para los antinaturales.
El éxodo y la búsqueda de la nueva vida en un pueblo abandonado está lleno de momentos de instrospección que descubren las profundidades de cada personaje –sobresalen las de Natanael y de Barbarela-; y no es cualquier cosa reinventarse el mundo interno de una mujer barbuda, con sus sueños y complejos, condenada a fenómeno y línea torcida de la naturaleza, aunque lo que de verdad le duele es no conocer hombre.
De la misma manera con Natanael, evidencia que la naturaleza es imperfecta y aferrado a una padre que odia, por haberlo rechazado pero al mismo tiempo haberle dado nobles orígenes de familia que solo sirven como analgésico de la realidad invivible.


Lo bueno

Sin duda la mejor parte del libro fue el momento de la refundación del pueblo, Santa María del Circo. Cada uno de los artistas escribe tres papeletas con oficios y las introduce en un sombrero de copa que servirá de tazón de tómbola. Puta, cura, afilador de cuchillos, campesino, negro, militar, periodista, médico; empleos estúpidos en un pueblo de ocho habitantes.
Excelente parodia de las utopías del hombre; aunque en este caso los cirqueros no tenían un sueño social más allá de la vida sedentaria –simbolizada por un retrete de porcelana- . Sin embargo es notable la idea de comenzar una nueva sociedad en base a la asignación de roles sociales como negro, cura y puta –esta es la única que ejerce verdaderamente su rol-. Una metáfora de la tragedia del pueblo que solo durará unas horas, condenado a la brevedad por lo absurdo de sí mismo.


Lo malo

La narrativa es entretenida pero no envuelve. El sarcasmo y el humor negro con el que inicia el libro es la mejor escusa para continuarlo hasta el fin. Sin embargo se pierde en la trama, se desgasta en el pueblo mientras todo comienza a destruirse; esta parte del libro se alarga, lo negro deja de tener humor e ingenio para convertirse en tragedia pesada, inevitable y predecible. A veces se abusa de la idea conceptual; es como un circo hiperrealista y kitch, los artistas parecieran estar al límite de lo humano y casi convertirse en estereotipos.

No me arrepiento en lo mínimo de haber leído Santa María del Circo, sin embargo no es un libro que recomiende del todo –acaso solo la primera parte-.


Y del realismo mágico

Probablemente lo que más se aprecia del libro es su relación con el Realismo Mágico en las letras actuales. Y es que Santa Maria del Circo, Comala y Macondo no son tan diferentes ni están muy lejos. Como tampoco lo son de cualquier ciudad latinoamericana debajo del Bravo en plena globalización y época de las telecomunicaciones.
El “mágico” no deja de ser un término pegote europeo para explicarse lo irreal y fantástico en su perspectiva, absolutamente cotidiano en nuestro subcontinente.
Anexo este enlace para fundamentar el punto, lo normal dejó de serlo desde siempre en estos países. La literatura no es ficción, solamente un apéndice de lo real.

1 comentario:

http://trinity4ever-tiburon.blogspot.com/ dijo...

hola!!!!!!

he leído muchos comentarios sobre este libro, pero hasta hoy este me ha parecido lo mas cercano al concepto que yo tengo de el.

No soy un crítico reconocido, ni estudio filosofía y letras, sólo me gusta leer demasiado, así que no me gusta expresar mis juicios, pero estoy muy deacuerdo cuando te refieres a "LO MALO" de el libro, pues creo que el comienzo me impactó para seguir con los otros capítulos, pero de repente se vuelve aburrida y sólo termine de leerlo pora ver que sucedia..

tampoco me arrepiento de haberlo leído, he buscado mas obras del autor..

Saludos!!!!!