jueves, 8 de mayo de 2008

La voz que rompe el silencio

A principios de Abri del 2008 sucedió que en Oaxaca asesinaron a dos mujeres triquis; pasaban por un camino rural cuando las emboscaron.

En las zonas indígenas y rurales estas historias tristemente no sorprenden. Entre el narco, el ejército, los intereses caciquiles y otras varias y complejas razones las muertes violentas son comunes.

Teresa Bautista Merino y Felícitas Martínez Sánches trabajaban en una radio comunitaria "La voz que rompe el silencio", y su muerte cala en la conciencia del país. Periodistas, mujeres e indígenas; todo a la vez; la mezcla provocó indignación general en un país difícilmente indignable (¿Cómo hacerlo cuando creces viendo novelas de Tv Azteca o a nuestra mediocre selección de Futbol?).

Lo que llama la atención han sido los comentarios de nuestro subprocurador de derechos humanos, Juan de Dios Castro Lozano, que afimó que Teresa y Felícitas eran amas de casa y no periodistas, ya que carecían de documentos que las certificaran.

(minuto de silencio) (hasta escribirlo me pone la sangre a hervir) (¿Alguien que me diga donde cabe tanta estupidez?) (¿En qué cabeza puede existir tanta mierda?) (pffff)

Los que vivimos en la Laguna de Durango sabemos quienes son los Castro Lozano: la principal mafia panista del estado. No necesariamente conocidos por su transparencia y decencia política.

Ligados al cacique local gomezpalatino, el que le pone polvo blanco a los quesos que fabrica (segun la PROFECO, los quesos Chilchota tienen más harina que el promedio en otros quesos mexicanos).

Para ser periodista no es necesario ningún documento; basta con la voluntad y acción decidida de comunicar. Para ser subprocurador de derechos humanos en México basta ser un pelmazo panista con amigos poderosos que te den la chamba. El interés en los derechos humanos no es requisito.

Avergüenza saber que existen servidores públicos como Castro Lozano.



Descancen en Paz Teresa y Felícitas.

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