sábado, 5 de julio de 2008

Julio Galán

Era una tarde de frío madrileño cuando conocí en el Reina Sofía el primer cuadro de Julio Galán. Era de gran formato; un autorretrato donde yacía recostado sobre una cama fantásticamente elongada, con su cuerpo cubierto y la cabeza suavemente sobre la almohada. La sábana era de encajes, que en la parte inferior de la cama se transformaban en pedazos de aire que flotaban por la habitación sugiriendo formas irreconocibles.

Habiendo hecho la carrera en Monterrey, por aquellos años de cambio de milenio, era difícil no haber sabido de la existencia del artista. Su sobrino cursaba la carrera conmigo, solo que siempre (o casi siempre) evitaba hablar de lo que pensé fue un tío non grato.

A dos años de su muerte, San Ildefonso muestra una exposición retrospectiva y póstuma de su obra. Más de cien cuadros que nos ayudan a trazar una opinión sobre el personaje que fue Galán. Y es que pocos artistas trascienden de su arte, como Hemingway o Garbo Galán va mas allá de su obra.

Sorprende recorrer la muestra; impone por tamaño y emoción. Aparecen imágenes-símbolo llenos de poder y fuerza: mariposas, mariachis, mandarines, encajes, perros, gorilas y relojes. Enganchan con un golpe, y sin embargo son difusas y ambiguas en contenidos. Cada quien va creando su propia historia, y lo mejor es que todas las historias son poderosas y catárquicas.
Me asombraron las obras de gran formato, con objetos prendidos - muy a la Schnabel- muy bien logradas, con equilibrio visual, dinamismo y fuerza. Todo se subordina perfectamente a la idea conceptual sin tomar protagonismo o distraer.

Un primo de Galán que vive en Torreón -y que hubiera tenido su misma edad-, me decía que en la familia, Julio resultaba bastante incómodo, y que desde pequeño fue bastante excéntrico y extravagante. No sé si lo decía por sus preferencias sexuales, por la costumbre de usar disfraces y maquillaje o simplemente por vivir de la venta de arte. En Monterrey, poco antes de su muerte, alguien me dijo que Julio era un payaso esclavizado de los corredores y promotores; que todas sus extravagancias no eran sino para elevar el valor económico de las obras.
Me pareció también ver a este Julio Galán, bastante más acotado por la imagen de sí mismo, sobretodo en la última década de su obra, con imágenes tal vez menos logradas, más burdamente descriptivas.

Lo que queda claro es que Galán era una persona atormentada, con intensos períodos de tristeza y felicidad, violentamente mezclados. Cuando niño su madre lo sobreprotegió, creando en él un sentimiento violento de rechazo y debilidad por el mundo exterior, y también de hipersensibilidad y amor.
Julio decía que Frida Kahlo sufría por su incapacidad física, y él por una emocional.

Así es su obra. Una bocanada de aire caliente, de panadería, que hela la piel y el corazón cuando te toca.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Conocì a Julio Galàn y fuimos amigos ìntimos por años. Se dicen màs cosas que lo que realmente fuè verdadero. Solo los que lo tuvimos muy de cerca sabemos quièn era el ser humano que en vida se llamò Julio Galàn Romo. Fuì a la exposiciòn de San Ildefonso y al ir viendo sus cuadros fuì platicando con èl, recordando aquellos tiempos cuando nos divertìamos a granel. Julio te llevo en el corazòn. RV