domingo, 6 de julio de 2008

Niebla en Pavía


El tren había salido de Turín por la madrugada. Todo lo que se podía ver desde las ventanas era la neblina, tan espesa que no dejaba ni escapar las voces del vagón. Yo intentaba dormir, mientras los demás platicaban en voz baja, no por respeto a los demás, sino porque así tenía que ser con esa neblina y luz tan ténue.
Pavía era lo que no esperaba; un pueblo que solo medía los treinta metros que la niebla dejaba mirar.

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