
Fue un día extraño. A momentos parecia que comenzaría a llover, con esos goterones que avisan que hay que correr, para que minutos después apareciera el sol, brillando campante como si nada. Lo extraño es que no olia a tierra mojada, el verdadero aviso del aguacero en la Laguna. Ese olor que solo aquí aprendemos a querer, precioso en su escasez.
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