martes, 15 de enero de 2008

Comarca No-lugar 9 o el dulce engaño de lo perenne


El mundo nunca es el mismo.
(Todo cambia, solo queda un recuerdo falso de que los objetos, las personas y las emociones fueron siempre las mismas)
Las sombras y su movimiento recuerdan que nada es estático.
Lo hacen sin que nos demos cuenta, a escondidas y sin hacer ruido; despacito, despacito...
Los objetos se transforman; adquieren volumen, tridimensionalidad para después volverla a perder.
Las superficies cóncavas se llenan, las convexas se sonrojan.
Las líneas se hacen más largas, más tangibles.

¿Qué hay de mí?

Genero una sombra que juega conmigo, me rodea y se esconde.
Me evade, me engaña y me esclaviza
(y después me dice que todo es falso, que nada vale mas que pensar en mi sombra).
Genero una sombra que nunca es la misma por que no soy el mismo.

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