jueves, 17 de enero de 2008

Cuadernito de viajes, Viñales Cuba



Ese dia esperaba el camión que debía de llevarme de regreso a La Habana en compañía de Marina.
Tardó mucho, y en la espera comencé a escribir y dibujar.
El dia estaba precioso, no hacía mucho calor y soplaba brisa por el portal donde yacía recostado -estaba sobre las maletas; las cuidaba al mismo tiempo que evitaba el suelo duro-.
Marina llamaba a Francia, visitaba las pocas tiendas, charlaba con quien se le pusiera en frente, andaba de un lado al otro. Impaciente, inquieta.

Esa tarde paseamos por el malecón de la Habana; nos reencontramos con Sarah y Héctor.
Caminamos buscando un lugar para cenar, y caminando y pensando en la cena y en la plática dejé de recordar esa mañana en Viñales. Ahora no solo la recuerdo; la reescribo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué buenos y malos recuerdos me trajo el leer este post. De solo acordarme la cara de uno de los muchos cubanos que me hizo güey...
Por cierto, te he dicho que me encanta tu letra desparpajada?
nanö

Marciana Telechobi dijo...

oooooorale no sabía que vos tenés un blog, saludos :D

Anónimo dijo...

Vaya que me trae melancolia, no por el hecho de haber estado en cuba en algun momento, sino por recordar esa sensacion de vivencial tan enriquecedora que es viajar, imagino que en cuba hay un sin fin de cosas y situaciones que pueden cambiar el panorama de la vida de una persona, y hacerlos mas sensibles, no?