sábado, 5 de abril de 2008

La espera en Saint-Charles






La esperaba en el andén número dos. El TGV venía con cierto retraso, que por aquellos dias eran basante frecuentes: temporada turística, obras de la SNCF y una que otra huelga.
Eran apenas las diez de la mañana y la estación Saint-Charles bullía de actividad. Por todas partes pasaban los gringuitos mochileros; tan Gap y Old Navy, con ese acento up-speaker que delataba su contribución fiscal a la invasión iraquí.
La mayoría llevaba en mano un Lonely Planet -es la biblia gringa de viaje, como para el francés es el Routard o la Rough Guide para los británicos-.

Se escuchaban voces aisladas,


- Gosh!, have you seen that guy?


- dude, cmon. Let it go!


Unas adelante y otras por el pasillo. Escondidas entre el golpeteo de los trenes que llegaban y salían con las vías de hierro. Todo era audible aunque se prestaba poco para ser discernido.

De los altavoces se escucha la voz femenina, ya casí un cliché, repitiendo constantemente fracesitas asépticas e informativas, en ese francés tan neutro que solo existe en la SNCF.


Quería tomar un café. Esa mañana salí corriendo de casa para no perder el autobús que me llevaria a la línea del metro; era buena idea de no ser que el precio era el doble al interior de la estación. Mis centavos, no muchos.
Tomé asiento en el suelo, cerca del andén número dos. Me puse a ver pasar el tiempo y pensar en algo que me quitara la idea del café que no habría de tomar. Comencé a jugar identificando canadienses, porque parecen casi gringos (lonely planet, Gap/OldNavy, up speakers). La única diferencia es que en alguna parte de la enorme mochila hay una hoja de maple bordada.

No pude ver ninguno y más bien se convirtió en una mala idea cuando algunos se percataron que los miraba muy interesado en sus mochilas; mi genética me ha dado un fenotipo más musulmán que mexicano, y con el tiempo he aprendido que en Europa hay que evitar cualquier tipo de conducta sospechosa al ser físicamente más cercano a lo que un miembro de Al-qaeda o Hamás es. Dejé de buscar las hojitas de maple por la buena.


- Madames et monsieurs,votre atention svp. Le TGV....


El tren se acercó lentamente hasta parar por completo. Esperamos algunos segundos antes que las puertas se abrieran. La gente al interior tomaba su equipaje y se acomodaba lentamente en la fila para disponerse salir.


No esperé mucho, venía en algún vagón de enmedio. No la ví bajar, apareció derrepente en algún lugar del andén; caminaba despacio, me buscaba con sus bonitos ojos. Yo estaba quieto, sin moverme de mi lugar. Los ojos se cruzaron y ambos sonreimos.

Se fue acercando lentamente hasta que pude tomar su maleta para ayudarle.

Jacoby había cortado su pelo, muy pequeño. Sus ojos se veían más grandes (y bonitos). Estaba un poco mas delgada de como la recordaba, y le sentaba muy bien.

Seguimos sonriendo todo ese día.

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